La renuncia: dejar voluntariamente

 

Tomar decisiones requiere de movimientos, estos pueden ser los que se dan fuera de una misma, como las cosas que no podemos controlar, o internos como lo que dependen enteramente de una.

Ciertos momentos coinciden las dos cosas, o creo que casi siempre, o a veces una cosa empuja a la otra, y empieza una cascada de situaciones que me obligan a tomar una decisión o no hay más salida hay que hacerlo aun cuando no sea consciente de cómo hacerlo.

Amar, a veces se asocia con el amor de pareja, al menos en el medio que estoy suele ser así, sin embargo, en los últimos días me resonó algo fuertemente, reconozco que soy altamente emocional, vivo con tal intensidad mis sensaciones que me produce cuando amo a alguien, cuando quiero con el corazón, lo entrego todo y por tal, anhelo todo del otro, a propósito de mi último amor.

Y, por otro lado, amo otras situaciones, personas, lugares, cosas, en mi vida, como mi familia, mis amigas y amigos, la playa que tanto añoro, la montaña que la extraño, mi profesión y trabajo que por ahora coinciden en el ser y el deber ser, ante esto último, es un gran placer amar lo que se hace y que económicamente me reconozcan por esto, verse reconocida en la gente a la que llego, es una gran recompensa en muchos sentidos, de reafirmar mi compromiso con el cuidado de la vida que he elegido ahora conscientemente, empezando por cuidar de mí misma, y cuidando la coherencia con lo que pienso, siento, hago, hablo, actúo.

Hace unos días, mi trabajo fue descalificado completamente, de una manera nada empática, grosera y hasta violenta, ante eso me paralicé, no por no defenderme, sino porque ante una violencia, de la forma en que vino, no podía reaccionar de la misma manera. Eso me hizo pensar en tomar una decisión: retirarme de mi lugar de trabajo, renunciar.

Claro, siendo una mujer tan emocional y sensible, en medio de mi vulnerabilidad, lloré, que es lo primero que mi cuerpo puede hacer ante tanta carga emocional: ira, frustración, tristeza, decepción, dolor que sentía en ese momento, buscando refugiarme en un abrazo, o una caricia de alivio, de palabras que me consuelen y me digan: todo va a estar bien.

A diferencia de otros momentos, por primera vez no dudé de mí, de mis capacidades y todo mi trabajo realizado, al contrario, me he elogiado por haber llegado hasta aquí, porque ha sido un camino arduo que me ha costado años de aprendizaje, de réplica, de compartir, de crecer profesionalmente, a más de eso, de reconstruirme y creerme lo que soy, y lo que no también, por tanto, no he dudado de mí por un solo segundo, no me he preguntado: ¿en qué fallé?; ¿qué hice mal?; ¿qué faltó de mí?; ¿soy yo el problema?; ¿estaré cansada?; “si fuera mejor”. No. Nada de eso ha venido a mi mente ni a mis sensaciones. Al contrario, me siento tan segura que hay un alivio en mi ser y mi alma que esto es reafirmado con todo el reconocimiento de las personas a las que he tocado y servido. No tengo nada más que decir al respecto.

Volviendo al tema central que me lleva a escribir esto, renunciar, como dice el significado de esta palabra, es dejar voluntariamente algo que se tiene. Dejar VO-LUN-TA-RIA-MEN-TE.

Duele.

Amar, a mi entender y para mí, es estar presente, ahí, con el objeto de su amor (no me refiero a una cosa), estar cerca, hacer bien, procurar su bienestar, verlo, sentirlo, vivirlo, entonces, cómo podría ser posible dejar voluntariamente esto, me parece hasta contradictorio dejar por voluntad propia el objeto de mi amor, como si dijera: ya no te amo, me voy, no puedo más con esto, dejé de amarte, me retiro.

Entonces duele más.

Y, esto coincide con mi vida personal (de pareja) y mi área laboral, ¿cómo dejar “voluntariamente” lo que amo?

Así que mientras sentía esto en mi ser, llegó a mí una respuesta, no es que no lo ame, no es que quiera hacer daño al objeto de mi amor (pareja, trabajo), es que este ya no me está haciendo bien a mí. No me ama de la misma manera que yo lo hago, entonces, ¿qué sentido tiene estar ahí?, si la persona y el lugar ya no cuida de mi bienestar, de mi como mujer, como profesional, como ser humano, ¿qué sentido tiene exponerme?

Entonces, me veo frente a una decisión de dejar lo que amo, porque amo las dos cosas, mi pareja y mi trabajo, pero ya no es mutuo y eso duele también, es bastante con irme como saber que ya no es el mismo sentir hacia mí.

Renunciar, requiere mucha fortaleza, consciencia, decisión de mantenerse en lo elegido, no puedo negar que ciertas palabras me hacen dudar, ciertas acciones me hacen flaquear en mi decisión y pensar en seguir, y me pregunto si es realmente lo que necesito ahora, si podré mantenerme al margen del desprecio tanto de una persona como de un ambiente laboral.

Soy una mujer que necesita también ser sostenida, que soy fuerte, sí, pero no infalible ni soy de roble, incluso el roble se daña, se enferma, no es tan fuerte como se cree (eso acabo de leer), soy una mujer que a momentos le gana la ansiedad y se encierra en casa, sola, llora, se desespera, hiperventila, que a veces la depresión le vuelve a aparecer por la ventana, que tengo miedo de no levantarme, pero que con una palabra, una compañía real, es bastante para levantarme del suelo y llegar a mi cama para pasar la noche y despertar con una nueva oportunidad al día siguiente.

También soy aquella que camina segura en cada paso, que se para en frente de muchas personas y no le tiembla la voz al hablar, al reír, al manifestar, soy aquella mujer que se acerca a otros para preguntar cómo puedo ayudar, que cuida cuando me dejan hacerlo, que tengo ideas con lo más mínimo que el ambiente me da, que soy graciosa, que irradia confianza, amor, delicadeza, bondad, a pesar del día anterior cuando me sentía devastada, no es fingir, es saberme y reconocerme que soy todo eso, luz, sombra, tinieblas, un día soleado, una tempestad, una tormenta, alivio, paz, guerra, frustración, errores y aciertos, y que nada de eso está bien o mal, sino que es algo que me hace ser quien soy, la mujer que soy, que sin ser perfecta, soy real con todo esto, que ahora con la consciencia que tengo, es mi decisión del cuidado de la vida, de la coherencia que cuido en cada acción, y cuando no puedo serlo, cuando también fallo, puedo aceptarme, reconocer y volver a empezar con ternura, por tanto, también espero que las personas que están a mi alrededor, a las que permito estar en mi vida, puedan aceptar esto de mí, que no se asusten, que no traten de cambiarme diciéndome cómo sentir, cómo actuar, cómo vivir, cómo ser o cómo no ser. Sino que mientras me construyo y reconstruyo decidan quedarse a mi lado porque les hago bien, porque también me hacen bien.

Y, me vuelvo a preguntar, mientras escribo: ¿cómo dejo voluntariamente todo esto que amo?

Aún no lo sé, aún no estoy segura, porque ambos objetos de mi amor los amo, y procuro lo mejor para ellos, y me duele el corazón, me tiemblan las manos, se me van las lágrimas, y escucho música que dedicaría a los cuatro vientos diciendo cuánto los amo, que no quiero irme, pero quiero también que me amen tanto como yo. Y, entonces me hago una segunda pregunta: ¿los objetos de mi amor, me aman de tal manera que procuren mi bienestar?

No lo sé. Y, solo eso podré escribir al respecto. 


Pd.- Escuché este grupo de Colombia hace algún tiempo y son espectaculares por la profundidad y sentir de su música y la letra de sus canciones, los recomiendo, cito una de sus canciones que dedico a ese amor que siento por él. 

Con ustedes: Herencia de Timbiquí - Te Invito.

https://youtu.be/jGu1Q7A6IX0?si=KBmYNEIxJUSMq0wl


Comentarios

Entradas populares de este blog

Diario de mi depresión

Mujeres, parejas y otras formas del ser